La capilla de Mosén Rubí fue fundada por Doña María de Herrera en el siglo XVI (1512). Era hija de Pedro de Velada y de Catalina Dávila, señores de Velada, y no de un judío como atribuyen algunos autores como Halperin o Belmonte, como bien dice la propia María en su testamento. En el mismo, deja atestiguado la intención de fundar un hospital y una capilla funeraria, de carácter laico, para su marido difunto, Andrés Vázquez Dávila, y su linaje. El resultado es el actual edificio que observamos hoy día, sin duda uno de los más singulares de la arquitectura abulense. Curiosamente, aunque se recuerda la memoria de su fundadora, la capilla se conoce con el nombre de Mosén Rubí de Bracamonte, señor de Fuente el Sol.

Ávila. Iglesia de Mosén Rubí. Interior

Pese a que algunos autores (Halperin, Belmonte) consideran que la capilla fue levantada sobre una sinagoga precedente, los estudios de María Isabel López Fernández no han hallado evidencia de ninguna referencia en la documentación que así lo atestigüe. La capilla presenta planta de cruz griega o pentagonal, centralizando el espacio, y construido sobre piedra en estilo tardogótico, atribuido al maestro cantero Pedro Campero.  La cabecera es poligonal y  se cubre, como todo el templo, con bóvedas de crucería con terceletes y filacterias  platerescas; el interior se ilumina por medio de ventanas geminadas con dos arcos de  medio punto. Al exterior las aristas de los contrafuertes angulares del presbiterio y la cornisa se decoran con las típicas bolas del momento. Una espadaña de un cuerpo y de piedra se eleva sobre la cumbrera del lado sur.

Capilla de Mosén Rubí

La estructura es de panteón familiar, y pese a su nombre, no se construyó para la casa de Bracamonte, sino para los familiares directos de su fundadora María de Herrera, al modo de otras capillas frecuentes en la arquitectura funeraria española desde mediados del siglo XV.

Se identifican, claramente, dos etapas constructivas definidas: una inicial, que se corresponde con la capilla mayor y concebida para estar exenta, y una segunda identificada con el cuerpo de la iglesia y que permitió unir el hospital con la iglesia, lo que supone un cambio de estética y del lenguaje arquitectónico de ambas partes, trabajando en ellas algunos reputados maestros de la ciudad, como Diego y Gabriel Martín.

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En medio de la capilla se sitúa la sepultura de los fundadores, María de Herrera y Andrés Vázquez Dávila. Realizado en alabastro por Andrés López su situación dio problemas al impedir realizar correctamente las ceremonias religiosas, y ni cortos ni perezosos desmontaron la obra situando a cada uno de los yacentes en las hornacinas en el cuerpo de la iglesia, en posición horizontal, y el león debajo del púlpito, como bien recoge Ponz en uno de sus dos viajes a la ciudad, e incluso Gómez-Moreno, al visitar la capilla en el proceso de creación de su Catálogo Monumental y ver el sepulcro sin restaurar, no lo da ningún valor. Posteriormente, tras ser restaurado y puesto en su ubicación original, si se aprecia todos los detalles de esta magnífica obra del siglo XVI.

En esta capilla, además de ser panteón familiar del linaje de Fuente el Sol, fue velado allí don Diego de Bracamonte, ejecutado en la plaza del Mercado Chico el 17 de febrero de 1592 como respuesta a su levantamiento por el impuesto de los millones de Felipe II. Este suceso está contado en un cuadro situado encima de la puerta de acceso a la sacristía. Y hasta hace poco, en la parte del altar estaba enterrada la mujer del expresidente del gobierno, Amparo Illana Elórtegi.

Pero… ¿hubo masones?

La capilla de Mosén Rubí va ligada a los masones. Con razón o sin razón. Muchas atribuciones se han hecho a esta sociedad secreta, ya sea por los emblemas heráldicos de los Bracamonte o por la planta pentagonal de la misma, lo cual supondría la existencia de masones en el siglo XVI, idea un tanto descabellada si tenemos en cuenta que no sería hasta el XVIII cuando se diera a conocer esta sociedad en Inglaterra. Rodeando de un halo de misterio a la capilla, Martín Carramolino, en su conocida “Historia de Ávila” daba un carácter misterioso al templo que supuso el inicio de todo tipo de fabulaciones para otros autores como Vicente de la Fuente, Mariano Tirado y Rojas, Nicolás Díaz Pérez, Teodoro Creys y Coromina o Thomas Walsh, entre otros, que han contribuido a mantener el misterio, la leyenda o la tontería, como ustedes prefieran. Incluso el polifacético Juan García Atienza lo defendía, relacionándolo con el mismo Mosén Rubí de Braquemont que, por cierto, nunca estuvo en Ávila.

Mucha tinta se ha derramado sobre este tema, no hace falta más que echar un vistazo por la red buscando “Mosén Rubí” “masones” y un buen número de entradas se amontonan en el buscador, o varios artículos y algún libro. Por ejemplo, Antonio Bonet Correa en su artículo “La capilla de Mosén Rubí y su interpretación masónica” desgrana la interpretación masónica en siete puntos:

  1. La forma pentagonal del interior del templo con “sorprendente” parecido a la planta de las logias de rito escocés.
  2. Los símbolos masónicos de las vidrieras, la portada, contrafuertes, columnas del patio en los que aparecen mazos, escuadras y compases que se corresponden con los grados 1º y 3º de la francmasonería. Estos supuestos emblemas son los escudos de armas del linaje de los Bracamonte.
  3. El púlpito, que estaba sostenido por una columna triangular y que representaba una forma pentagonal, con los emblemas de armas de los Bracamonte. El púlpito es neogótico y colocado en los primeros años del siglo XX por Enrique María Repullés y Vargas y presenta unas características similares a las que tiene el de la iglesia de Santo Tomás.
  4. La decoración de la silla presidencial del coro, que mostraba un globo terrestre atrapado por un puñal blandido con una mano y que supone una alegoría del grado 30.
  5. Las tres primeras de la escalera, que da acceso a la torre están cortadas en triangulo al igual que el remate del altar mayor  que reconocen como alegoría del grado 33.
  6. Las columnas que separan el cuerpo de la iglesia y la capilla mayor serían las de Jakin y Boaz de la logia masónica, cuya inspiración proviene  del templo de Salomón.
  7. La posición de las estatuas, antes yacentes, de los fundadores, al ser colocadas verticalmente se presentaban de forma distinta a la de los orantes: el fundador levantando su espada con la mano izquierda hacia el hombro del mismo lado, alegoría del grado 30, y su esposa, también de pie, mirando al suelo en actitud de meditar, con la mano derecha sobre el antebrazo izquierdo.

Bueno, ¿entonces hubo o no masones? Siempre será una disputa entre quienes creen que sí y quienes creen que no, seguro que en posiciones irreconciliables, pero mientras se deciden y si tienen tiempo, no dejen de visitar, si tienen ocasión, este magnífico edificio del siglo XVI en pleno corazón de Ávila.

Grabado de F.X. Parcemisa

FUENTES: Lo expresado en la entrada parte de la visita guiada a la propia capilla organizada por el centro asociado UNED-Ávila con motivo de los actos de Abril Cultural, dirigida por Isabel López Fernández, y su tesis “La arquitectura del siglo XVI en Ávila: la casa de Bracamonte y el patrimonio abulense”, defendida, por cierto, en el objeto de estudio, la propia capilla de Mosén Rubí